jueves, 11 de septiembre de 2008

Lillian Bassman



Lillian Bassman fue una visionaria en la experimentación de la fotografía de moda. De hecho, la revista Vanity Fair calificaba su fotografía como de "gran maestría". Llena de misterio, sensualidad, elegancia y expresionismo en blanco y negro, logrando ese efecto a través de la manipulación del cuarto oscuro, específicamente de difuminación y zonas de decoloración de las fotografías.

Bassman comenzó su carrera bajo la tutela e Alexy Brodovich, el director artístico de Harper's Bazaar, y en última instancia, decidió aprender fotografía por sí misma. Un amigo de Richard Avedon, le dio permiso para tilizar su estudio mientras estaba en París.

La sesión fotográfica de Bassman a una modelo en ropa interior, hizo que la modelo se impresionara lo suficiente como para mostrar su publicidad a su marido ejecutivo, y de repente, después de sólo dos meses como fotógrafo, la carrera de Bassman tomó verdaderamente vuelo en Harper's Bazaar.

En Harper's Bazaar, de los años 40 a través de los años 60, Lillian Bassman trajo una sofisticada nueva estética para la fotografía de moda con su elegante, caprichoso y, a menudo, imágenes abstractas. La labor de divergencia de la fotografía clásica de moda fue que en ella no se basó en bellas modelos y la ropa como la única esencia de sus fotografías. Hacer de la fotografía de moda el gran arte.

Así, su fotografía no habla sólo de moda, ni de mujer, ni de una época; su representación de una realidad va mucho más allá y se convierte en testimonio de belleza y de rebeldía: de cambio. Define la evolución de los patrones de conducta y de deseo a través del tiempo. Son actitudes que pueden provocar el que cambien las formas.

Esta tendencia arrancó en Estados Unidos, y fueros publicaciones como Harper´s Bazaar, Vanity Fair o Vogue sus precursoras. Alexey Brodovitch fue clave en este desarrollo. Editor de Harper´s Bazaar desde finales de los año cuarenta hasta los sesenta, buscaba el movimiento en su revista: desplazaba la imagen utilizando los sangrados al máximo, y aceptaba siluetas y gestos borrosos. Perseguía la expresión emocional de la fotografía, y el ritmo en la maquetación de las páginas. Incitaba al experimento.

Fruto de esta incitación, Lillian Bassman desarrolló una imaginería gestual única donde lo que menos importaba era el vestido. Primaba la emoción: esa emoción sin la que no existía la belleza. Entre el sentimiento y el refinamiento, ahí está el mundo descriptivo de la moda. Entendiendo el sentimiento como un proceso y estado mental vulnerable al estereotipo y susceptible de eternas maquinaciones, y el refinamiento como algo que encierra una embriagadora dulzura del buen gusto cercano en ocasiones a lo pretencioso.

En la década de 1970, comenzó a entrar en conflicto con los intereses cambiantes de la industria de la moda, y abandonó la fotografía-pintura y cuarenta años de trabajo con el cierre de su estudio.

Hace escasos años, milagrosamente, aparecieron sus negativos en una bolsa antigua, recuperándolos y con ello el interés por su trabajo fue reactivado hoy en día.

En los últimos años, sus impresiones han recibido renovada atención, con la publicación de varias carteras en el New York Times Magazine, una campaña en favor de Neiman Marcus, y la publicación de su libro, "Lillian Bassman". También ha sido galardonada internacionalmente con una serie de exposiciones y una sola persona se muestra en todo el mundo, desde Nueva York, Milán y París, a España, Alemania, y Londres.

Y, qué es el glamour sino lo que destilan en las fotos de Lillian Bassman.

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